Matrix y la Realidad Virtual

No hay duda que los avances tecnológicos de nuestro tiempo propician una reelaboración, una recalibración de nuestro universo mental en relación con el mundo, o lo que es lo mismo un ámbito de reflexión filosófica respecto de esas nuevas tecnologías así como de la realidad misma en –desde- la cual surgen.

Elementos como la telepresencia, es decir la capacidad de ubicuidad –estar en un sitio y simultáneamente estar en otro- mediante la telefonía móvil u otros sistemas de comunicación ciertamente invitan a ello. Incluso aunque de momento esa ubicuidad tenga sólo un carácter parcial, con la participación exclusiva de dos o tres de nuestros sentidos, vista, oído y, forzando un poco el concepto, nuestra capacidad intelectiva comunicacional.

Yo mismo lo he hecho en otro lugar (http://www.amazon.com/s/ref=nb_sb_noss?url=search-alias%3Ddigital-text&field-keywords=Rafael%20R.%20Huertas )

Asimismo, en el mundo de la narrativa y el espectáculo, es decir a nivel popular, se han elaborado propuestas imaginativas respecto del nuevo modelo de realidad, del nuevo modo de estar en el mundo, que está surgiendo en las postrimerías del siglo XX y principios del siglo XXI. Una de ellas es el film Matrix, el cual fue premiado como mejor película de ciencia ficción en el año 1999.

Personalmente no me gusta esa película. Prefiero con mucho The Thirteen Floor también nominada a los premios Saturn de ese año.

En la primera, en Matrix, el antagonismo se produce entre el ser humano y las máquinas, aunque éstas estén disfrazadas por mor del espectáculo en humanos vestidos con traje negro.

En la segunda, sin embargo, el antagonismo se da entre los propios seres humanos. Lo cual, además de ser mucho realista, mucho más pegado a nuestra realidad cotidiana desde que somos especie, es también mucho más perturbador.

Además, Matrix no me gusta porque el mundo concebido en esa historia reproduce el modelo platónico, es decir, un mundo falso frente a otro verdadero, lo cual simplemente es una barbaridad tanto intelectiva como empíricamente.

Esta dualidad platónica es fácilmente observable en la película por cualquier profesor español de filosofía, y sin duda así habrá sido comentada ante sus alumnos en alguna ocasión.

Sin embargo, los hermanos Watchowski autores del film, introducen otros elementos que posiblemente pasen desapercibidos para el profesor o estudiante de filosofía peninsular debido a su antropocentrismo europeísta el cual implica un rechazo irracional y un desconocimiento de otros modelos de pensamiento.

Los más importantes en el film de los Watchowski son los que tienen que ver con el modo de pensamiento oriental, es decir asiático, así como aspectos muy concretos de la filosofía zen.

Las piruetas y graciosos e inverosímiles saltos espectaculares (nunca mejor dicho pues se trata de un espectáculo) constituyen la parte más evidente de ese modo de pensamiento oriental. Pero también hay brevísimas referencias a creencias populares como la reencarnación (“que un día volvería”, el que inició la lucha contra las máquinas) o la actitud de maestro mayéutico de Morfeo (“¿como te he ganado?”).

Pero lo que parece más interesante es la asunción subyacente en todo el film de la filosofía zen la cual queda explicitada en la frase conminatoria “¡solo respira!” que Morfeo pronuncia ante el ataque de pánico y ansiedad que sufre Neo, el protagonista, cuando éste descubre en qué consiste la realidad (del film).

Y digo filosofía zen por cuanto ésta es efectivamente una filosofía ética, o una filosofía de la razón práctica si se prefiere. El “sólo respira” propio de la práctica zen, es decir no pienses, no elabores un discurso simbólico, con palabras, sólo sé (del verbo ser), es justamente lo que nos permite retrotraernos a nuestro condición básica, a nuestra condición de animales-naturaleza, junto a otros de la misma.

Y actuar en consecuencia.

 

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